jueves, 5 de junio de 2014

Los abismos del “Jazz”. De la selva al “Café Anglais”. La defensa llevada a cabo por Stokowsky y Kreisler. Hernán Fielo. La Noche 1/10/1949

Los abismos del “Jazz”. De la selva al “Café Anglais”. La defensa llevada a cabo por Stokowsky y Kreisler. Hernán Fielo


    He resuelto aceptar el “jazz” como una norma sincopada de la vida. El “jazz”, como el avión, son la clave del siglo, que permiten fusionar la jungla con la metrópoli, la distancia con el momento, todo al compás sincrónico del tam-tam...Yo soy de los que admiten el darwinismo del “jazz” con la misma facilidad que las teorías de Descarte.
   Nuestro siglo de civilización y progreso no hace sino imponernos la selva en evocaciones melódicas. Porque despojando al “jazz” de su retórica de “alta escuela”, nos descubre la desnudes total de la selva virgen. La estructura del “jazz” es un ruido acompasado y monocorde, arrancado de los orígenes de la Tierra. En este punto recuerdo una película reciente en la que aparecían los zulús...Ya he pensado si no estarán agazapados tras el bombo del “Café Anglais”, mientras la orquesta del “Café Anglais” interpreta sus melodías.
    HARLEN Y VIENA. Fijado el principio de la selva en el pentagrama de la música de “jazz” es menester descubrir los aires de civilización en torno. Porque, a veces, en el “jazz” un resplandor de Viena se funde con una imagen de (…). Una orquesta integrada de batería y saxofones, trompetas y helicones puede dialogar violentamente con los susurros casi imperceptibles de los violines. Este “atrevimiento” de fundir un violín en una orquesta de “jazz” se me antoja de la misma imprudencia que la estampa de una ingenua damisela sonriente en un garito de los “docks” del Támesis. Solamente el conjunto admirable que conduce Art Tatum me hace olvidar el “desliz” de las cuerdas.
    Admitiendo, como indiqué al principio, un “jazz” sin mixtificaciones con toda su presencia carnal, con todo su formidable primitivismo, ¿por qué -como intentan muchos- rodearlo de ropajes y ademanes de corte? Si el “jazz” es primitivismo, que lo es, llevémosle a la selva, dejémosle que nos aturda con su ritmo en zig-zag, obsequiémosle no con una batería, sino con cien; brindémosle el saxofón y el trombón de varas y apartémosle del violín, del arpa y del cello...Distanciemos, en una palabra, a Viena dulce y delicada, del Harlem áspero y (…) Es la única forma de respirar la esencia de la música negroide.
    EMBRIAGARSE CON EL “JAZZ”. Los “detractores” del “jazz” han desplazado su sinfonía selvática canalizándole unos aires ordenados a los distintos ritmos. Cole Porter, Gershwin, Art Tatum, Irving Berlín fueron explotadores de esa selva musical. Posiblemente el “jazz” haya tomado forma correcta -es decir civilizada- cuando medió Viena, allá en el año 1922. Desde entonces llegó a representar un propósito serio dentro del campo de la música. Si bien antes existían algunos compositores que intentaron salpicar sus “banes” con ritmos de la jungla -recordamos a Stravinsky con el “Plano Ratime” y a Erik Satie con su “Parade”-, sólo después se llegó al rescate del ritmo exótico para traducirlo adecuadamente en el Carnegie Hall.
    Hoy, en este “Café Anglais”, de Londres, es fácil embriagarse sin acercarse a los labios un vaso de whisky. El “jazz” imparte una continua atmósfera de impresionantes figuras que logran grabarse en el cerebro, dando origen a pensamientos que sojuzgan la voluntad. La contrapartida se nos ofrece al flotar en nuestro liquido alcoholizado los acordes de una melodía de Irving Berlín. Las dulces muchachas inglesas al escucharlos se apartan...El desvanecimiento que les produce las sosiega si han estado contorsionándose a los alocados compases de un “booglie-Woogie”.
    LEOPOLDO STOKKOWSKY Y FIRTZ KREISLER, DEFENSORES DEL “JAZZ”. Lo maravilloso del “jazz” es que entraña todas las posibilidades de ejecución que atraen a las gentes. Yo he visto escuchar a una magnífica orquesta de “jazz” un público extasiado y devoto como cualquier otro de una obra de Schubert. Y es que el “jazz” tiene fondos y formas que consagran a las masas. Un programa de “su” música, como aquel, en Londres, se ofrece puede llenar hasta los pasillos de un Albert Hall. Y lo extraordinario; que habiéndose llegado al “boogie-Woogie” como cenit del gesto y del ritmo sincopado de un exprimido pentagrama, tiene defensores de la talla de Leopoldo Stokowsky Firtz Kreisler y del aún más difícil Daniel Gregory Mason. Ravel expuso “que sólo el “jazz” podría desarrollar una música autóctona americana...
Así como me declaro sin ningún recelo partidario del auténtico “jazz” con sus negros, sus retorcimientos y sus ingenuidades, me considero enemigo número uno del que se nos ofrece con el concurso de violines al pan, pan, y al vino, vino”. HERNAN FIELO.

Hernán Fielo. La Noche, 1 de octubre de 1949

© Ana Bande

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